lunes, 9 de abril de 2012

Campañas Políticas y la Falta de Políticas…

Desde principios del año 2012, los ciudadanos en México hemos tenido que aceptar, a regañadientes, dentro de la programación de los medios masivos de comunicación, mantas espectaculares, paredes y varios impresos, la inclusión de anuncios publicitarios con fines electorales; aún cuando no era tiempo oficial de campaña.

Sin embargo, hoy en plenas campañas, nos asombra la pobreza en las propuestas de los ungidos por las diferentes organizaciones políticas, de los que podemos comentar: repetición de ideas que dieron limitados resultados como propuestas de ley, reconciliaciones sociales por acciones pasadas, un estéril conocimiento de las actividades productivas del país como solución al problema económico y, un ataque directo contra quienes han contribuido a la construcción de este país.

Es a éste último caso al que quiero referirme, sin pretender con esto, una postura de cualquier tipo, sino más bien, un análisis de la situación actual que guarda la educación en México.
Hace ya varios sexenios que el tema de la educación se ha ocupado como bandera de campañas políticas, se ha pretendido también a ésta, como pilar del desarrollo del país, resaltando las extraordinarias inversiones que se han hecho en diferentes rubros con el objetivo de impulsarla y transformarla, siempre reconociendo su importancia y alzando la voz a todas latitudes las acciones realizadas durante el sexenio que se transita.

Actualmente, después de que nuestra nación se incluyera en organizaciones globales donde se exige a sus fuerzas productivas altos niveles de desempeño, y de participar en las evaluaciones que éstas mismas organizaciones promueven, y que utilizan como mecanismos para medir la capacidad de crecimiento económico presente y futuro; se cae la escena por la que se nos había presentado una serie de avances como resultado de las diversas reformas a nuestro sistema educativo, pretendiendo ahora encontrar culpables.

Con base en lo anterior, pareciera que lo realizado hasta el momento en materia educativa ha sido inútil e insuficiente; donde la participación de los medios masivos de comunicación presentan partes de la realidad, tergiversada y manipulada; pretendiendo usarla como medio para descalificar el trabajo diario de más de dos millones de mexicanos, donde según muchas opiniones y puntos de vista, esto tiene un trasfondo más profundo de lo que se visualiza: la eliminación de organizaciones magisteriales en su papel de agrupación de trabajadores, el debilitamiento de éstas mismas como fuerzas políticas y quizás la más descabellada, pero no descartable, idea de desaparición de la educación pública, para pasar a convertirla en negocio, en una mercancía, que ya ha dado altos dividendos a diversos empresarios.

Luego entonces, cabe hacer un alto y un sencillo análisis de la situación que guarda actualmente la educación en México; se sataniza la compra o herencia de plazas de maestros, se habla de manera alarmante de los resultados de insuficiencia de los alumnos de todos los niveles educativos, de un calendario lleno de suspensiones laborales, se mencionan a ocho columnas las huelgas del magisterio y de cómo estas afectan a nuestros hijos; entre otras opiniones, expresadas por políticos quienes se dicen expertos en la materia o por quienes sin escrúpulos, las utilizan para llamar la atención a falta del trabajo que le compete.

Si bien es cierto que el sistema educativo en México adolece de muchas cosas, hay que recordar que muchos de estos vicios no surgieron ayer, sino que han sido parte de un proceso, de una cultura, de una política, que hoy se pretende olvidar. La compra-venta o herencia de plazas de maestro es una realidad que no terminó con el examen de oposición para ingresar al servicio docente, estipulado en la Alianza para la Calidad de la Educación y que hoy se menciona como la panacea que dio solución a ésta situación. Para quienes conocemos el medio, sabemos que la realidad es otra, que los maestros con vocación tienen que acudir a esta práctica para hacer realidad su sueño, el de estar frente a un grupo, dando lo mejor de sí, hablando lo mejor posible de un sistema que les oprime, que les exige, que les exhibe y que sin embargo, defienden, como modus vivendi. Que hay quienes por relaciones de amistad, compadrazgo o interés político tienen plaza de maestro y cobran sin la menor vergüenza, descalificando el trabajo de esta noble profesión, y que además no aparecen en los noticieros, ni en los informes, de ellos no se habla.

En cuanto a los resultados de insuficiencia de los alumnos se culpa únicamente a uno de los actores del proceso educativo; lo que no se habla es de la deficiente alimentación que reciben, de la desintegración familiar a causa de la política económica, de la deficiencia en la infraestructura; de esta última, podemos mencionar telesecundarias sin televisor, sin energía eléctrica, sin sillas, sin lo más mínimo para el trabajo académico, apenas el libro de texto y un profesor que comparte esas carencias.

De los medios de comunicación y la cultura del consumo ni hablar, pareciera que ellos tienen la batuta de la orquesta de los temas nacionales, pareciera que ellos, nos dicen con su estéril y aculturada programación cómo hemos de comportarnos, que temas sin contenido debemos rumiar todo el día: que los productos de moda, la música, la vestimenta, de la masificación al miedo y de reiterarnos constantemente que estamos mal, a tal grado que ya nos lo hemos creído.

De esta manera, podríamos seguir dando ejemplos y haciendo análisis de este tema; sin embargo, lo que pretendemos es hacer notar que, cercanos al día en que los ciudadanos practiquemos uno de los ejercicios de la democracia, como lo es la elección de nuestros representantes; lo único que se vislumbra es la falta de propuestas políticas, es decir, que tiendan a convertirse en política pública. No vemos por ningún lado una verdadera propuesta política en materia educativa, que guíe los rumbos de nuestro país para los próximos años, claro está que en nuestro contexto, ya no podemos hablar de una política pública para seis años; lo que necesitamos para superar todos los vicios y malas prácticas que hoy nos desacreditan, es un plan de largo alcance que contemple todos los aspectos que nos permitan asegurar el crecimiento nacional e internacional.

No sólo requerimos de una política, sino de políticos capaces, con visión de futuro, con memoria histórica, con espíritu nacionalista, con conciencia del papel que desempeñan, multiculturalita, humanitario, pero con una posición clara y abierta al momento de tomar decisiones. Requerimos de una política pública y de políticos que no busquen culpables, sino soluciones y alternativas con carácter inclusivo, donde todos participemos en la construcción de esta gran nación, del México del siglo XXI.

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